viernes, 23 de agosto de 2013

Caraotas blancas


Cocinando rápido y sencillo pero muy nutritivo.


Picar cebolla, pimentón y ají dulce, papas, zanahorias y plátano maduro. Reservar hasta que los granos estén blandos, agregar sal y dejar cocinar por 10 minutos. Incorporar la pasta corta, esperar 10 minutos más y listo.


Servir con un poco de arroz y agregar al gusto una lluvia de perejil picadito.


Particularmente me gustan mucho los tallos, siento que tienen mayor sabor que las hojas.

Feliz viernes.

martes, 13 de agosto de 2013

Tortilla de papas



Es muyy sencilla la preparación de una deliciosa tortilla de papas, pero sobre todo rápida y a todos les gusta.

Puedes usar lo que tengas en la nevera, en mi caso le añadí a la papa, que obviamente es el principal ingrediente, trocitos de salchicha y lo mezclé con cebolla, pimentón y zanahoria cortados en pequeñitos dados, esos que llaman brunoise. Agrego huevo batido y perejil. Sazono con un poquito de sal y pimienta.




Para la cocción uso un sartén antiadherente con muy poquito aceite y a fuego lento, la tapo durante unos 15 minutos y luego la volteo.

Antes de servir la dejo reposar unos minutos.

miércoles, 24 de julio de 2013

Parrilla en familia

Hoy es un día patrio que aprovechamos para compartir en familia pasando juntos buenos momentos en la cocina.



Punta trasera con sal y pimienta, nada más.



Chorizos y morcillas para acompañar.



Imposible que faltase yuca sancochada y la guasacaca a base de aguacate.



Servido, listo para comenzar...


 La ensalada entre vegetales y frutas.


domingo, 9 de junio de 2013

Desde la ventana


II. La casa de las Sábanas Blancas

          Parada junto a la ventana,  mirando hacia afuera, deseando vivir, así transcurrían los días, las semanas, los meses, los años. Su mirada dolía en lo más profundo del alma mientras la luz zigzagueante proveniente del exterior creaba mundos, posibilidades y sueños. Le era tan difícil distinguir los sueños de la realidad, era casi imposible describir paisajes, lugares o personas, todo se hacía borroso, como cubierto por una espesa niebla que le impedía tener memoria. El tiempo era lento y doloroso, en tanto ella continuaba parada allí desde la ventana donde sus pensamientos se detenían y su garganta se cerraba.

          Le atormentaba la certeza de una vida distinta, de una vida que pudo ser otra, con un final diferente al que se enfrentaba, sin embargo no sucedió lo que tantas veces imaginó, nada de lo que hizo logró cambiar aquello que se repetía día a día. A veces lloraba en las noches, cuando todo estaba en silencio, lloraba y su cuerpo se convertía en un río de agua limpia, cristalina que fluía con fuerza hacia rumbo desconocido. En ocasiones su llanto paralizaba el tiempo, entonces su dolor se hacía infinito y la gente lo sentía. Era extraño pero percibía sus caras llenas de miedo huir rápidamente.

          Aprendió a no gritar, sabía que su voz poco a poco se había apagado ante el horror que la vida misma le causaba al alzar la mirada y ver más allá de la ventana. No, ya no deseaba contar a gritos su historia, sabía que la memoria  se le hacía borrosa, se perdía entre los barrotes de aquella ventana, sabía que nadie la escuchaba, que nadie la veía, que nadie la recordaba. Ella sólo se asomaba en silencio y lloraba frente a la ventana.

          Delia Viloria T.
          Junio 2013


jueves, 23 de mayo de 2013

La Casa de las Sábanas Blancas




I. La mirada

Tus espacios ocultan los secretos de todos aquellos que te han habitado, mirar dentro de ti es abrirse paso hacia las sombras, hacia el principio del tiempo, hacia lo que algunas veces intenta resurgir y otras desaparecer. Tus esquinas son testigos silentes de la experiencia humana. Te has marchitado lentamente sin perder la esperanza de revelarte tras el velo de la memoria, mimetizada en el movimiento de las cortinas, en los sonidos que tus deseos arraigados producen cuando al asomarte entre las rejas percibes un mundo que no conoce de tu existencia.

Poco a poco te desvaneces, imperceptiblemente dejas de respirar, tus facciones se congelan en el tiempo y adquieren una palidez fría, azul, escalofriante. Entonces comienzo a escribir y no sé si soy yo quien lo hace o eres tú en el último intento por revivir.  Tus gritos ahogados por el olvido ya no se escuchan pero producen el mismo miedo de ayer, intenso e inexplicable.

Te has ido vaciando, ya no estás llena de aquellos objetos que te otorgaban esplendor, sin embargo permanecen como sombras los recuerdos que toman vida reproduciendo escenas de una película interminable que hacen sonreír nerviosamente a tus visitantes. A pesar de los cambios de muebles y de gente, seguirás siendo el refugio de mis miedos, el altar de mis deseos, el suspiro de mis sueños, las lágrimas de mi niñez, la sonrisa de mi vejez. Siempre serás la casa de las sábanas blancas.


Delia Viloria Téllez
mayo 2013

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