Soñando la nada cierro los ojos,
perdida entre ramas secas me encuentro
buscando en otros brazos
lo que tú me niegas,
buscando en otros labios
los besos que olvidé existían,
sintiendo caricias de manos extrañas
que mi cuerpo no ansía.
Me estremezco, jadeo,
y me dejo llevar por sus palabras
que recorren el tiempo,
que devuelven la sonrisa,
la alegría olvidada
con poder sanador de heridas viejas
y cicatrices dolientes.
No me sorprende tu cuerpo,
no quiero que me abraces,
porque desde hace un tiempo
entre arbustos florecientes
he comenzado a añorar a quien aún no me entrego
a sentir su ausencia con un dolor en el pecho,
necesito escuchar su voz a cada momento
para tranquilizar esta pasión desatada.
No sé si lo quiero.
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